Para los que vean el vídeo, creo que Toni Cantó, de UPyD,se metió en un laberinto pseudocientífico, trascendental atropocéntrico y filosófico, y todavía no sabe como como salir de él.

Ocurrió en un debate sobre la toma en consideración de la proposición de Ley de iniciativa popular para la regulación de la fiesta de los toros como Bien de Interés Cultural. Cuando los políticos se ven obligados a proteger lo que consideran Bien de Interés Cultural es que no hay mucho interés social por esa cultura, pero sí por lo que mueve económicamente.

Me gustaría saber quién se cree que es Toni Cantó para asumir que «Los animales no tienen derecho a la vida ni a la libertad.» ¿Es el Máster del Universo?

Incluso afirma que como no tienen raciocinio ni obligaciones, tampoco tiene derecho. ¿Acaso es un hecho que la reciprocidad sea un requisito ineludible?

Señor Cantó, puesto que el nonato tiene derechos…, ¿a partir de que mes de gestación tiene el ser humano raciocinio y obligaciones?

Su mención a lo de juntar las churras y las merinas ¿tenía algo que ver con esto?

Termina afirmando que no es partidario ni de prohibir los toros ni de su subvención, pero…, ¿acaso votar la consideración de «bien cultural» para la tauromaquia no es subvencionarla?

Toni Cantó olvida que históricamente se privó de los derechos a ciertos grupos humanos. Es decir, carecían de ellos. El derecho de los animales, en ese sentido, no tiene por qué ser algo diferente. Todo ello es política, y en democracia su consideración como derecho solo debe depender de que la sociedad así lo reconozca. No necesitamos la opinión pseudocientífica de ningún político para estimar la concesión de ciertos derechos a los animales.

Por más sandeces que se digan, hacer del sufrimiento animal una fiesta, no es algo que sea propio de una sociedad democrática moderna. La crueldad con los animales no es un tipo diferente de crueldad. Siempre se trata de disfrutar haciendo daño, y si no tiene consecuencias, mejor para el que se divierte torturando y matando.

En realidad, no se trata de otorgar un derecho especial a los animales, sino de limitar un extraño y estúpido derecho que el ser humano se autoconcede para, en virtud de una supuesta condición superior, exterminar a otros animales o para explotarlos.

Resulta paradógjco comprobar como esa virtud superior, el raciocinio, nos está llevando a la situación de ser la especie más estúpida del planeta por provocar la destrucción del único lugar donde podemos vivir.

Para los que creen que la distancia entre el ser humano y otros animales es abismal, he encontrado un artículo que da que pensar: GRANDES SIMIOS – HERMANOS EVOLUTIVOS. Estudios que avalan nuestro parentesco cercano.

Indudablemente, la diferencia existe, pero la estamos exagerando para justificar una situación de abuso que es perjudicial no solo para los animales, sino para el ser humano.