No es la primera vez que hablo del negacionismo del calentamiento global ni será la última porque no puedo consentir que se continúe intoxicando a la opinión pública. Tuve recientemente una discusión en Twitter con el periodista Luis del Pino que tuvo al ocurrencia de calificar el cambio climático de mera falacia.
Por más negacionistas que entren en razón, y ya van unos cuantos, siempre quedarán algunos que se empeñen en ser los últimos en rectificar. Muchas de ellas son víctimas de sus propios prejuicios probablemente compartidos por razón de camaradería con otros compañeros con parecidas ideas políticas.
Circula en algunos de estos círculos una tehoría que propone no combatir el cambio climático sino adaptarse a él creando grandes obras defensivas tales como diques de contención para la subida del nivel del mar y cosas así. Es decir, se contradicen ellos mismos negando unas veces, lo que confirman en otras ocasiones proponiendo alternativas a esa realidad que niegan. Lo que nunca cambia en ellos es su negativa a pagar el precio que exige la realidad para evitar la progresiva destrucción del planeta.
Son unos fanáticos del gasto energético y de la emisión descontrolada de CO2. El argumento usado por Luis del Pino ha sido el de llamar calentólogos a los que no opinan como él sin más razón que el de presentar alguna excepcionalidad climática aislada como si fuera la regla.
(Luis del Pino @ldpsincomplejos 29 abr) Esa estafa llamada calentamiento global: «Nieve en Arabia Saudí» http://elmed.io/nieve-en-arabia-saudi/ …
¿Se han preocupado en comprender que el clima se trastoca completamente porque la distribución de las corrientes oceanográficas está siendo alterada?
En realidad, la imagen es una simplificación y no termina de reflejar la gran complejidad que tienen las corriente de las agua marinas que bañan la península arábica. En este Océano Ínidico confluyen gran cantidad de corrientes diferentes en un espacio muy pequeño.
Entre esta gente que aprovecha cualquier pequeña y ridícula oportunidad para meter su cuñita de intoxicación mediática, se está proponiendo recientemente la explotación del exquisto, para la obtención de energía fósil a costa de cargarse ecosistemas enteros de agua dulce que son los ecosistemas más amenazados del planeta.
Lo que está en juego con estos temas, son millones de vidas humanas, y a pesar de ello algunos optan por la más absoluta irresponsabilidad negando desde la absoluta falta de rigor el mayor peligro al que se enfrenta la biosfera desde antes incluso de la aparición del ser humano. Lo que sí cabría poner en duda no es la existencia de tal peligro sino de su magnitud.
El negacionismo del cambio climático se corresponde con unos intereses económicos de ciertas empresas entre las cuales se encuentran algunas de las más poderosas del planeta: petrolíferas, del acero, de la industria de los automóviles y algunas empresas de servicios públicos, etc.
Muchos de los informes publicados por algunas universidades privadas, que reciben subvenciones de estas empresas, tienen como objetivo presentar los resultados científicos obtenidos hasta la fecha como si fueran meras opiniones. Por ello, conviene insistir en que la ciencia está contemplando con un alto grado de seguridad, el origen antropogénico del cambio climático como el principal causante del fenómeno.
Opinión científica sobre el cambio climático antropogénico
Desde 2007, ninguna organización científica nacional o internacional ha mantenido una opinión en disenso. Y pocas organizaciones opinan con posiciones fuera de los comités.
¿Cabe mayor contundencia? Yo creo que no. El colmo de la insensatez sería proponer temerariamente no hacer nada por si acaso todas estas organizaciones que agrupan a los más reputados expertos científicos estuvieran equivocados.
Esto no admite bromas, nos va en ello la supervivencia como especie, porque el cambio tiene una fuerte realimentación positiva que lo complica todo. Lo que algunos científicos afirman es que incluso deteniendo el actual aumento de emisiones de CO2 ya no estaríamos a tiempo de evitar una terrible catástrofe.
En Kioto se nos dijo que aquella podría ser la última oportunidad de la humanidad para evitar un futuro desastre, pero como no se consiguió poner de acuerdo a las principales potencias del planeta, algunos optaron por la política del avestruz enterrando la cabeza bajo la arena.
De cuando en cuando algún avestruz saca su cabeza de la arena y grita «¡CALENTÓLOGOS!» Inmediatamente ese avestruz vuelve a enterrar su cabeza bajo la arena antes de que alguien le solicite razonar su postura.
Básicamente es lo que Luis del Pino hizo en Twitter, y yo le desafío a que en su blog dedique un post dedicado a los calentólogos, y si puede aportar datos de fuentes de contrastada solvencia, como yo acabo de hacer, mucho mejor.
Carlos
Completamente de acuerdo contigo Antonio. Creo firmemente que la formación científica será la única manera de concienciar sobre este problema, nos va la vida en ello.
Hay otros periodistas que ya están realizando trabajos al respecto:
http://eqhd.ca/index.php?option=com_content&view=article&id=116:art-i-have-seen-the-earth-change&catid=11:cati&Itemid=3#
En esta serie dedican un capítulo a España, el quinto creo, y hablan de futuro desierto basándose en hechos evidentes.
Antonio Castro
Me da mucha rabia la ligereza con la que algunos periodistas se hacen eco de bulos cuyo único propósito es el de ganar tiempo para en enriquecimiento de grandes empresas que están destrozando el planeta.
La falta de rigor existe entre los que defienden ambas posturas porque es un tema muy polémico, pero eso no afecta en nada a la verdad de los hechos contrastados científicamente y que apuntan en una única dirección.
El ser humano es el causante de provocar en las próximas décadas, un cambio climático importante y que podría requerir miles o millones de años (nadie lo sabe) para retornar a los niveles de estabilidad de hace solo cincuenta años, pero para entonces podría ser tarde para nuestra especie.
Es un tema mucho más serio que el dinero que dejaríamos de ganar de reducir nuestro crecimiento industrial y nuestro consumo energético. Nuestros nietos odiarán a toda nuestra generación por no haber estado a la altura de las circunstancias.